ECOLOGIA
El término ecología parece que se empleó por vez primera a
mediados del siglo XIX. El 1 de enero de 1858, el naturalista -
trascendentalista de Nueva Inglaterra (Estados Unidos) Henry David Thoreau
escribía a su primo George Thatcher, de Bangor, Maine: «El señor Hoar está aún
en Concord, ocupado en la Botánica, Ecología, etc., con el propósito de que le
resulte verdaderamente provechosa su futura residencia en el extranjero.»
Aunque el origen del término es dudoso, en general se acepta que
fue el biólogo alemán Ernst Haeckel el primero que lo definió en el siguiente
párrafo:
Entendemos por ecología el conjunto de conocimientos referentes a
la economía de la naturaleza, la investigación de todas las relaciones del
animal tanto con su medio inorgánico como orgánico, incluyendo sobre todo su
relación amistosa y hostil con aquellos animales y plantas con los que se
relaciona directa o indirectamente. En una palabra, la ecología es el estudio
de todas las complejas interrelaciones a las que Darwin se refería como las
condiciones de la lucha por la existencia. La ciencia de la ecología, a menudo
considerada equivocadamente como «biología» en un sentido restringido,
constituye desde hace tiempo la esencia de lo que generalmente se denomina
«historia natural». Como se ve claramente por las numerosas historias naturales
populares, tanto antiguas como modernas, este tema ha evolucionado en íntima
relación con la zoología sistemática. En la historia natural se ha tratado la
ecología de los animales con bastante inexactitud; de todos modos, la historia
natural ha tenido el mérito de mantener vivo un amplio interés por la zoología.
Esta cita apareció en un trabajo de Haeckel en 1870, aunque parece
que empleó el término por primera vez en 1866. Aproximadamente siete años
antes, el zoólogo francés Isodore Geoffroy St. Hilaire había propuesto el
término etología para «el estudio de las relaciones de los organismos dentro de
la familia y la sociedad en el conjunto y en la comunidad», y aproximadamente
al mismo tiempo el naturalista inglés St. George Jackson Mivart acuñó el
término hexicología, que definió en 1894 como «dedicada al estudio de las
relaciones que existen entre los organismos y su medio, considerando la
naturaleza de la localidad en que habitan, las temperaturas e iluminación que
les acomodan y sus relaciones con otros organismos como enemigos, rivales o
benefactores accidentales e involuntarios».
La gran influencia de Ernst Haeckel en sus días, mucho mayor que
la de Mivart o St. Hilaire, explica la poca aceptación de los términos etología
y hexicología y la adopción común del término ecología de Haeckel. Como es
sabido, el término etología de St. Hilaire se ha convertido posteriormente en
sinónimo de estudio del comportamiento animal.
La definición de Haeckel, que implica el concepto de
interrelaciones entre los organismos y el ambiente, ha sido objeto de
interpretaciones algo distintas y quizá más profundas desde 1900. Por ejemplo,
el ecólogo inglés Charles Elton definió la ecología como la «historia natural
científica» que se ocupa de la «sociología y economía de los animales». Un
norteamericano especialista en ecología vegetal, Frederick Clements,
consideraba que la ecología era «la ciencia de la comunidad», y el ecólogo
norteamericano contemporáneo Eugene Odum la ha definido, quizá demasiado
ampliamente, como «el estudio de la estructura y función de la naturaleza».
Independientemente de dar una definición precisa, la esencia de la
ecología se encuentra en la infinidad de mecanismos abióticos y bióticos e
interrelaciones implicadas en el movimiento de energía y nutrientes, que
regulan la estructura y la dinámica de la población y de la comunidad. Como
muchos de los campos de la biología contemporánea, la ecología es
multidisciplinaria y su campo es casi ilimitado. Este punto ha sido claramente
expresado por el ecólogo inglés A. Macfadyen:
La ecología se ocupa de las interrelaciones que existen entre los
organismos vivos, vegetales o animales, y sus ambientes, y éstos se estudian
con la idea de descubrir los principios que regulan estas relaciones. El que
tales principios existen es una suposición básica -y un dogma- para el ecólogo.
Su campo de investigación abarca todos los aspectos vitales de las plantas y
animales que están bajo observación, su posición sistemática, sus reacciones
frente al ambiente y entre sí y la naturaleza física y química de su contorno
inanimado… Debe admitirse que el ecólogo tiene algo de vagabundo reconocido;
vaga errabundo por los cotos propios del botánico y del zoólogo, del taxónomo,
del fisiólogo, del etólogo, del meteorólogo, del geólogo, del físico, del
químico y hasta del sociólogo. Invade esos terrenos y los de otras disciplinas
establecidas y respetadas. El poner límite a sus divagaciones es realmente uno
de los principales problemas del ecólogo y debe resolverlo por su propio
interés. (Animal Ecology: Aims and Methods. 1957).
Ecología y educación ambiental / Ancona Peniche Ignacio de Jesús,
Mena Arena Eduardo, Zapata Villalobos Gabriela. México: Universidad Autónoma de
Yucatán: McGraw-Hill, c2004
¿QUE ES LA HUELLA ECOLOGICA?

LA HUELLA ECOLOGICA

La ventaja de medir la huella ecológica para entender la
apropiación humana está en aprovechar la habilidad para hacer comparaciones. Es
posible comparar, por ejemplo, las emisiones producidas al transportar un bien
en particular con la energía requerida para el producto sobre la misma escala
(hectáreas).
LA
IDENTIDAD ECOLOGICA

En definitiva, desde este
punto de vista la identidad implica una serie de factores que interactúan
dinámicamente; estableciendo una relación, tanto, del individuo con su medio
ambiente real, así como entre los propios individuos, comunalmente. Lo que es
identificable apoyándose en la ecología humana como acercamiento al hombre y su
interacción con el medio ambiente
Abordar al problema de la
identidad desde una perspectiva ecológica, nos propone un acercamiento sobre la
base de la población como categoría de acceso al mexicano como entidad que
interactúa con el hábitat en que le ha tocado luchar por su existencia.
El problema de la identidad
ecológica surge que en nuestro mundo contemporáneo el sujeto ha perdido la
experiencia de pertenecer a nuestro planeta, y reconocerlo como su hogar.
La identidad ecológica surge
del reconocimiento individual o colectivo de que cada acción particular
repercute en la totalidad del ecosistema que es nuestro hogar.
Las tendencias ambientales
del país no han cambiado. A pesar de las alertas de organizaciones y de
académicos, México aún presenta uno de los mayores índices de degradación
ambiental del mundo.
La comunidad científica
internacional ha alertado de que si el desarrollo mundial, el crecimiento
demográfico y el consumo energético basado en los combustibles fósiles, siguen
aumentando al ritmo actual , antes del año 2050 las concentraciones de dióxido
de carbono se habrán duplicado con respecto a antes de la Revolución
Industrial.
En un contexto de profundas
transformaciones sociales, económicas y ambientales del país, contar con
información confiable y actualizada acerca del estado del medio ambiente y los
recursos naturales se ha convertido en un elemento esencial para diseñar y
evaluar programas encaminados a la conservación de la biodiversidad, la
protección del ambiente y la promoción de un desarrollo sustentable; todos
ellos objetivos centrales de la Semarnat.
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