jueves, 29 de marzo de 2012



EFECTOS DE LA MINERIA EN LAS FUENTES DE AGUA



De acuerdo con los escenarios de cambio climático que ha construido el Ideam, se considera que hacia 2050 el 60% de los páramos en Colombia habrán desaparecido. Parece incomprensible que en un país con numerosos recursos hídricos, rico en precipitaciones anuales y con cinco grandes vertientes hidrográficas, se avizore la escasez del agua.
En el caso de Colombia los ecosistemas más susceptibles a desaparecer por efectos del cambio climático (variación en precipitación y temperatura) son los de alta montaña, páramos y glaciares.
De hecho, las principales fuentes de agua están ubicadas en los Andes colombianos, específicamente en las cordilleras oriental y occidental, desde donde se origina la mayor oferta hídrica que consumen los colombianos, según César Ruiz, coordinador socio-económico de Conservación Internacional.
Eso sin contar que Bogotá depende del 80% del agua que genera el Parque Nacional Natural Chingaza, mientras que el restante 20% lo producen el Páramo de Guerrero y el Parque Natural Sumapaz, que si no reciben atención, harán que las futuras generaciones estén en problemas.
Los factores por los cuales las fuentes se están secando y son más contaminadas tienen múltiples orígenes. “Por un lado, existe un antecedente histórico: la deforestación de los bosques andinos que se encuentran por encima de los 2.000 metros sobre el nivel del mar. La transformación de los páramos, que han debido ceder grandes porciones de tierra para ampliar la frontera agrícola del cultivo de diferentes productos, especialmente la papa, y el desplazamiento de comunidades en las partes altas de la montaña”, asegura Ruiz.
La problemática que viven en estos momentos los páramos, de acuerdo con la opinión de la bióloga de la Universidad Antonio Nariño, obedece a una mala planificación del territorio, la ausencia de un Plan de Ordenamiento Territorial y el manejo inadecuado de tierras.
El segundo problema es la contaminación. Debido al alto número de desechos que son arrojados por curtiembres e industrias a ríos, cuencas y lagos, los pescados se están muriendo.
Según datos del Ministerio de Agricultura, la subienda de pesca en el Magdalena ha disminuido considerablemente durante los últimos 15 años, cuando la población de la capital aumentó y con ello el número de desechos y aguas servidas que van a parar a los desagües de los ríos sin ningún tratamiento.
Como si fuera poco, en el país no existe un inventario de aguas subterráneas. Se sabe que existen y muchas empresas hacen uso de estas fuentes sin previa autorización de la autoridad ambiental.
En opinión de César Ruiz, existe un desconocimiento de los acuíferos subterráneos y una debilidad institucional frente al control del recurso agua.
En otra investigación se llegó a esta misma conclusión (Science, enero del 2010), al encontrar, como en aquella, que este tipo de minería está trayendo inaceptables impactos para la salud humana, la calidad de vida de la población, la biodiversidad, el suelo y las fuentes de agua, en esta emblemática cordillera norteamericana. Es imperativo que estos hallazgos de la ciencia sean tomados en cuenta para evaluar los proyectos de minería del oro a cielo abierto en Santurbán y en La Colosa, puesto que gran parte de sus impactos ambientales podría ser equivalente a los ocurridos en las diversas operaciones mineras de carbón de los Apalaches.


 ¿Cómo se ve Colombia a la luz de las conclusiones de este estudio? En el caso del carbón que explotamos y consumimos localmente, el conjunto de las empresas mineras y termoeléctricas, incluyendo las que cumplen a cabalidad con la normatividad, estarían generando costos ambientales y sociales ocultos, similares a los registrados en los Estados Unidos. Y en el caso del carbón de exportación, que es la mayor proporción, parte de los costos ocultos se generan en el territorio de los países consumidores, principalmente como consecuencia de su transporte a las termoeléctricas y de su combustión, e incluyen los correspondientes a los impactos asociados al cambio climático global.
Pero a los costos ocultos producidos por la totalidad de la minería de carbón de Colombia se adicionan, también, los enormes impactos ambientales y sociales generados como producto del lamentable desempeño de muchas de las empresas ubicadas en el centro del Cesar y en diversas regiones montañosas de los Andes, como lo ha mostrado Mauricio Gómez en sus documentales de CM&, que registran, además, el grotesco despilfarro de las regalías y la miseria imperante en estas zonas mineras.
Lo cierto es que la explotación del carbón y otros minerales marcha por una senda que está conduciendo paulatina y trágicamente hacia un declive acumulativo del patrimonio en biodiversidad y agua de Colombia, y que está causando cientos de muertes y graves problemas de salud a miles de ciudadanos. No es el único destino posible, pero a él pareceríamos estarnos auto condenando

Alteraciones en la dinámica fluvial:
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* Variación del perfil y trazado de la corriente fluvial, variaciones en el nivel de base local, alteración en la dinámica (variaciones en las tasas de erosión/sedimentación) en el perfil (aguas abajo y aguas arriba) por excavaciones, diques y represas. Aumento de la peligrosidad de inundación. 
*Incorporación de partículas sólidas en la corriente, aumento de la carga de fondo y en suspensión, incremento en las tasas de sedimentación aguas abajo.
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Pérdida de masas de agua:
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*Ocupación de lagos, embalses, bahías
*Pérdida de masas glaciares. 
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Alteraciones en el régimen hidrogeológico:
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*Variaciones en el nivel freático, variaciones en el régimen de recarga y modificaciones en el flujo subterráneo por efectos barrera, drenajes inducidos, infiltración restringida/favorecida, compactación, modificación del relieve, deforestación.




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